Por Charli.
Un día se sentó, no era cansancio, no era eso. Simplemente estaba pensando. Era la brisa, era el silencio.
Un avión despegaba. Encontraba inexplicablemente bello ese acto.
Siguió pensando.
Le gustaba esa posición. Era la soledad, era estar bajo el cielo.
Su compañero no decía nada, estaba ocupado entrenando su cerebro con una aplicación móvil.
Cerró los ojos un momento. Era una fresca noche de agosto. Lo único que sonaba era el maldito radio.